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LA IDENTIFICACION



La identificación establece una relación entre el sujeto y la idea que tiene de el mismo. Esta relación se forma desde la infancia, empieza con imitar a los padres, a miembros de la familia, a compañeros de clase… es fácil escucharle decir a un niño mientras ve los dibujos animados –pues yo soy tal, o cual…- esta identificación que se establece produce que se imiten gestos, actitudes, formas de hablar.
Esta identificación e imitación hace que los individuos se agrupen por simpatía, tu piensan igual que yo, tu haces lo mismo que yo, tu te pareces a mi… entonces somos amigos.
La identificación y la imitación son necesarias para el proceso de aprendizaje en la infancia, en la que ya no sirve eso de – ¡¡Niño, has lo que yo diga, y no lo que yo haga!!

En la adolescencia el ego se individualiza y conforma su personalidad, ya ha creado una imagen de si mismo que la mezcla con la imagen que quiere dar, y para ello se adapta a lo que haga falta. La identificación en esta etapa se radicaliza, la violencia y la rebeldía impiden reconocer de forma objetiva las diferencias y las similitudes.

Seguimos creciendo y pasamos a identificarnos con el titulo
 que hemos obtenido, con el trabajo que desempeñamos, con el rol familiar… la experiencia empieza a cristalizar nuestra capacidad de descubrir nuevas formas de ver la vida, de salir de los vicios a los que nos hemos acostumbrado y que además aceptamos. Y vemos que aun más y más mayores, la identificación se queda atrapada en el pasado, en las historias que repiten una y otra vez, en la incapacidad de reconocer los cambios y de adaptarse a ellos en una nostalgia enfermiza.

La identificación tiene su parte buena y su parte mala, posiblemente sea necesaria para aprender algo de la vida, hace falta vivir en primera persona para comprender.
La identificación es como la ropa que nos ponemos, el primer día es impecable y te hace sentir poderoso, vives la vida de otra manera y te ocurren otras cosas… Te gustas, sigues vistiendo esa ropa un día y otro, esa imagen que has dado te ayuda a comprender lo que te aporta esa imagen y reconocer a la gente a la que te une. Sigues vistiendo la misma ropa, 
le coges cariño y puede pasar: Que te canses, cambies de ropa y pases a otra etapa, o que la ropa este vieja, sucia, pasada hasta el punto de ya no te aporte nada, que te estanque en esa imagen con la que te has identificado y que además la gente que te rodea te haya etiquetado con esa ropa y ya no vea al ser que la viste.

El ser que viste la ropa, esta desnudo, esa es su verdadera naturaleza, pero posiblemente a nadie nos guste vernos desnudos (porque la identificación nos influye en tantos aspectos) y seamos incapaces de aceptar que tenemos barriga, que estamos gordos, celulitis, arrugas, canas….

Resulta muy difícil quedarse desnudos, ser uno mismo sin miedo, ni vergüenza… bueno, lo que realmente es difícil, es descubrirse, ver más allá de la identificación y de nuestras creencias.

La identificación y la personalidad van unidas de la mano, de hecho no hay personalidad sin identificación, ya que la personalidad no es mas que la imagen que tenemos de nosotros mismo y que nos hemos formado en gran parte con la identificación.
La identificación y el ego junto con la personalidad conforma el engaño de la mente, de hecho el ego es quien manipula esa imagen que queremos dar, el que decide con que hay que identificarse.
La identificación y la proyección nos acompañan constantemente, en todo momento nos esforzamos por proyectar nuestras ideas, aunque no siempre lo consigamos y a veces resulte todo lo contrario.
La identificación y la individualidad acompañan a la conciencia del yo, capaz de ver mas allá de la imagen la originalidad que le caracteriza, de ahí que pueda utilizar su poder personal y descubrir sus dones.
La identificación y la dualidad, este aspecto nos separa del resto de las persona, nos aísla, nos clasifica, nos hace sentirnos peores o mejores.
La identificación y la sombra acompaña a la proyección, por un lado creemos ser lo que nos gustaría ser, quizás proyectemos otra cosa y no engañemos a nadie pero si a nosotros mismos de forma que seamos incapaces de ver lo malo en nosotros de tan identificados que estamos con lo bueno que nos creemos ser.

Hay que ser conscientes de cómo funciona la identificación, y, reconocer lo que nos aporta de bueno y de malo. Para el trabajo interior hay dos aspectos importantes que trabajar, que pueden parecer contradictorios, en realidad son opuestos pero complementarios. Primero dejar de estar atrapado por la identificación, reconocer con que te identificas, porque te identificas y ver que hay detrás, descubrir tu verdadera esencia; cuando este trabajo esta bien hecho y el ego no domina tu vida, podemos pasar a la segunda parte, y es utilizar la identificación conscientemente para realizar los procesos necesarios para la obra, entramos y salimos de la imagen según las necesidades. Los arquetipos ya no son inconscientes, pasan a ser conscientes. Observamos este trabajo de la identificación en los procesos meditativos donde el observador por medio de la atención perfectamente concentrada pasa a ser el objeto, a comprenderlo profundamente y en todos sus aspectos, y luego es trascendido esa identificación, y el observador y lo observado son el fluido continuo de la observación. Esta segunda fase de la identificación es peligrosa si no hemos trascendido los dominios del ego, aquí la magia negra y la utilización del poder para los propios intereses esta a la orden del día.

En última instancia, la identificación deberá de ser dejada a un lado, para reconocer lo que verdaderamente somos, y muy posiblemente descubramos que lo que somos en esencia no es tan diferente al resto de cosas y personas.
La individualidad es, hasta que deja de serlo.


Ana Mª

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
La identificación...
Usamos varios papeles según convenienza, ello no es identificación, sólo ilusión.
La obra de la vida es un comenzar y un acabar, siempre hay un disfráz, pero el director siempre es el mismo, aúnqie al prícipio ni le conozcamos.


Gracias.

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